Lo que se considera básico en educación
El tema de la educación en España es un asunto peliagudo; pero, incomprensiblemente, hace años que no se consigue un pacto de Estado en relación a él. Gobierno tras gobierno, todos intentan cambiar la mejor Ley de Educación que se ha creado en nuestra democracia, aquella que contenía la E.G.B. como la base en la que sustentar el sistema educativo; sin embargo, nunca ha mejorado, y todos los cambios han sido a golpe de decretos, sin que se hayan puesto de acuerdo todas las partes implicadas en el sistema educativo. Y una ley de educación que no está consensuada, difícilmente puede ser buena.
Nunca salimos muy bien parados en las comparaciones que se hacen con los diferentes países en cuestión de educación; sin embargo, este problema nunca sale a relucir en los planes de los gobiernos hasta que no se sabe este dato, quizá porque entonces nos suena a tirón de orejas. Las últimas generaciones de estudiantes españoles son las mejor preparadas de la historia, sí; pero ¿están tan preparados como nuestros vecinos europeos, o mundiales si me apuras, para el futuro?
Es de suponerse que la discusión principal sería qué clase de conocimientos se considerarían básicos para ser una persona educada en pleno siglo XXI, ¿no te parece? Sin embargo, en los últimos años, con cada ley de educación, las discusiones han estado enrocadas en asuntos tales como las lenguas de los territorios, cómo debería llamarse la antigua asignatura de ética si es que no se quiere dar religión, y últimamente en la educación sexual. De las tres, que ya me parecen absurdas, la que me preocupa más es la educación sexual, porque a causa de discutir sobre ello se han llegado a conclusiones demenciales; y sin embargo, nadie ha llegado al meollo de lo importante que sería añadir esta asignatura a la etapa educativa sin injerencias de ninguna clase.
La revolución sexual que vivimos a partir de la segunda mitad del siglo XX abrió las puertas a la sociedad de cualquier parte del mundo desarrollado para poder hablar de sexo sin ningún tipo de problema. Aunque se desarrolló relativamente cerca en el tiempo, y puede que todavía se siga desarrollando, ya llevamos bastante tiempo disfrutando de sus efectos para escuchar discursos chabacanos en torno a la moral sexual, las parejas sexuales, la homosexualidad, la disforia de género y un sinfín de cuestio de ámbito sexual que ya no pueden tirar de argumentos basados en tiempos pasados, donde todo era tabú, prohibidio e indecoroso. Asistimos en estos momentos a la lucha encarnizada de las feministas por la igualdad de género, y a la del colectivo LGTBI contra la discriminación y homofobia; eso sin hablar de las noticias diarias donde la violencia entre parejas, los comportamientos en masa y las discusiones sobre el aborto están a la orden del día. Esto sería de primero de educación sexual, y puede que inculcarlo desde los inicios a los estudiantes sirviera de algo.
Criticamos mucho el acceso que los jóvenes de ahora tienen a la pornografía, sobre todo con la aparición del porno online. Muchos chicos y chicas parecen haber asumido lo que ven en los videos porno como unas lecciones de sexo avanzadas, sin darse cuenta de lo que en realidad significan esos roles y estereotipos del porno: una forma de excitación basada solamente en la exaltación de las reacciones físicas. El sexo con jovencitas tales como universitarias, animadoras, colegialas que se ven en la pornografía habla de chicas calientes que con su inocencia y curiosidad provocan a todos los tíos por igual; pero cuanto más mayores, mejor. Y por ser unas provocadoras, estas veinteañeras tienen que ser castigadas, así que el sexo con ellas tienen que ser no solo muy gratificante para ellos, sino algo bestia con ellas. Esto es lo que se refleja en la pornografía que ven los jóvenes, y claro, puede que muchos piensen que esto es la realidad de las relaciones sexuales; pero todo lo que ven es ficción, las supuestas jovencitas guarras son actrices a las que pagan por disfrutar, y ellos unos actores a los que pagan por hacerlas disfrutar a ellas.
Así que, ¿cuándo es buen momento para hablar de sexo a los estudiantes? ¿En las primeras etapas, al tocar el tema de la reproducción, o después cuando empiezan a tocarse asignaturas como las ciencias sociales? ¿Cuando se les presupone ya listos para comenzar a tener relaciones sexuales, o solo si preguntan, dejando esta información para ser proporcionada en casa? Yo no lo sé, pero tengo claro que si queremos que nuestros jóvenes presentes tengan una vida sexual sana para que sean unos futuros adultos satisfechos, habría que ponerse de acuerdo cuándo, cómo y qué.